Bruce Lee


"Si siempre fijas los limites en lo que puedes hacer, fisicamente o de cualquier otro modo,
seguiras haciendo lo mismo el resto de tu vida, afectara a tu trabajo,
a tu moralidad y a ti en todos los sentidos. no hay limites.
No puedes quedarte siempre en la llanura; si te mata, te mata.
un hombre debe superar sus limites siempre."

Bruce Lee




Leyendas tradicionales


10 HISTORIAS TRADICIONALES CHINAS



1.      El general y su consejero enano
Quhan Li era un general prestigioso, que había estado de campaña los últimos cinco años. Sumaba sus triunfos y eso gracias al consejo de Mahong, el sabio enano. El general escribía cartas al sabio, diciendo que extrañaba su hogar y que deseaba retornar. El sabio enano siempre respondía que eso no era adecuado y que lo mejor era seguir de campaña. Tres años más pasaron y el general volvió a escribir al sabio, señalando que anhelaba su hogar, y Mahong volvió a responderle que eso no era adecuado. En esa oportunidad el general volvió a escribir, preguntando porqué no era adecuado que volviese. Por respuesta recibió una nota del sabio, la cual decía:
"Mientras tu eres victoriosos con tus enemigos, yo me llevo a tu mujer".
El general comprendió que no siempre el éxito va acompañado de alegría.

2.     El cazador de dragones
Tinni Pooh era un rico comerciante, a quién sus vecinos tenían por cobarde. Junto a su hogar vivía un hombre que era cazador de dragones, a quien sus vecinos respetaban y admiraban. Tinni Pooh no comprendía: él era millonario y hacia regalos a sus amigos y donaba comida a los pobres, mientras que el cazador de dragones holgazaneaba, fornicaba con mujeres de ajenos y vivía de prestado.
El comerciante fue a hablar con el cazador de dragones y le preguntó: "¿Puedes explicarme porque tus vecinos te admiran?", a lo que el cazador respondió: "Me admiran porque me rasco los huevos todo el día y porque las mujeres se calientan con mi profesión y no paro de garchar".
Ese día Tinni Pooh vendió su negocio y se dedicó a la caza de dragones.

3.      Las tristezas del duque
El duque de Ju ofrecía un gran premio ha quien le devolviera la alegría. Unos pillos encontraron, en un camino, a un enano deforme, feo como los excrementos de un puerco y con gesto de idiota. Pensaron que si llevaban ese engendro al duque y lo presentaban como un bufón, les pagarían la recompensa.
Entonces se presentaron en la corte, diciendo que tenían en su poder al engendro más horrible, que era deforme e idiota. El duque los recibió personalmente y cuando los pillos lo vieron, notaron que era idéntico al engendro que ellos llevaban. El duque reconoció en el engendró a su hermano gemelo perdido y se sintió feliz.
Al día siguiente el duque les regaló 10 mujeres hermosas a cada pillo, como agradecimiento, y los mando a castrar, por pelotudos.

4.      La sospecha
Un hombre perdió su hacha; y sospechó del hijo de su vecino. Espió la manera de caminar del muchacho, exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven, como la de un ladrón. Tuvo en cuenta su forma de hablar, igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable de hurto.
Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de los de un ladrón. (Lie Dsi)
Rumores acerca de Dseng Shen Una vez, cuando Dseng Shen fue al distrito de Fei, un hombre de su mismo nombre cometió un asesinato, y alguien fue a decirle a la madre de Dseng Shen:
-Dseng Shen ha asesinado a un hombre.
-Imposible –contestó-. Mi hijo jamás haría tal cosa.
Y tranquilamente siguió tejiendo.
Poco después, alguien más vino a comentar:
-Dseng Shen mató a un hombre.
La anciana continuó tejiendo.
Entonces llegó un tercer hombre e insistió:
-Dseng Shen ha matado a un hombre.
Esta vez la madre se asustó. Arrojó la lanzadera y escapó, saltando la tapia.
A pesar de que Dseng Shen era un buen hombre y su madre confiaba en él, cuando tres hombres lo acusaron de asesinato, aún queriéndolo tanto, la madre no pudo evitar dudar de él.

5.      La gran tinaja de agua 
Un chiquillo llamado wang, que era muy inteligente, porque siempre prestaba atención a sus lecciones, esforzándose en comprender todo lo que observaba, hallábase jugando con varios camaradas, cuando uno de ellos se cayá en una tinaja de barro llena de agua. La tinaja era muy grande y ninguno de los niños podia alcanzar a su compañero, que seguramente hubiera perecido ahogado a no ser por la penetración del pequeño Kwang. Este se daba cuenta de que, quien intetara salvar al caído, por la boca de la tinaja, no sólo fracasaría, en su intento, sino que muy probablemente caería también en ella. Por esto, Kwang, cogió del suelo una gran piedra que lanzó con toda su fuerza contra la tinaja, y al romperse ésta se escapó el agua rápidamente quedando a salvo el pequeñuelo.

6.      El niño que encontró la luz
En las provincias de China abunda la gente muy pobre, tan pobre que suele no disponer de luz después de la puesta del sol, teniendo necesariamente que acostarse. Un muchacho llamado Kang, que estudiaba para examinarse, dióse cuenta de que, si quería alcanzar un éxito en los exámentes, no debía perder las horas que la oscuridad le quitaba para el estudio. Su familia era demasiado pobre para comprar aceite. ¿Qué hacer, pues? Había caído una copiosa nevada, y Kang de repente recordó que los reflejos blancos alumbran, por lo cual saliendo fuera de la casa y sentándose sobre el suelo helado, colocaba el libro de manera que sobre el reflejara la claridad de la nieve. Así lo hizo durante todo el invierno; pero llegó el verano y la nieve derritióse. ¿Cómo se arreglaría entonces el pobre Kang? Recordó que las luciérnagas producen luz, aunque muy débil, y recogiendo gran número de estos pequeños animalitos, sirvióse de sus lucecillas para continuar sus estudios hasta muy entrada la noche. Kang llegó a ser un mandarín de alto rango.

7.     La pelota en el poste hueco
En una pequeña aldea vivia un muchachuelo, llamado Yenfoh, muy listo y aplicado, que siempre tenía salidas ingeniosas en las circunstancias difíciles. Un día, mientras jugaba a la pelota con otros camaradas, la pelota quedóse en lo alto de un poste hueco, cayendo despues dentro del mismo y quedando fuera del alcance de la mano de los niños. Todos, menos Yenfoh, dieron por perdida la pelota; pero Yenfoh, impulsado por una idea repentina, corrió a la fuente de la aldea y llenó un cubo de agua, que transportó hasta el poste hueco. Yenfoh, a la vista de los demás muchachos, vertió el agua dentro del poste, hasta que la pelota, flotando en el líquido, pudo ser cogida fácilmente.

8.     El muchacho que no tenía papel 
Un mozalbete que había tenido la desgracia de perder a su padre, cuando apenas contaba cuatro años de edad, deseaba prepararse para los exámenes; pero su madre vivia miserablemene y no podia comprarle papel, plumas y tinta. El muchacho, cuyo nombre era Jang-su, apurosé mucho a causa de esto, y durante algun tiempo no supo qué hacer. Sin poder escribir, no podia estudiar y ¿cómo podría escribir faltándole el papel? Pues en el caso del joven Jang-su, se demostró bien pronto que cuando hay voluntad no se tarda en encontrar una solución. El muchacho vivía cerca de la costa, y bajando a la playa con una rama de árbol resolvió el problema trazando sobre la arena las palabras que sobre el papel hubiera trazado

9.     El estudiante soñoliento
En la provincia de Tsu vivía un muchacho muy ansioso de distinguirse en los exámenes, para ser así la gloria de sus padres y de su pueblo natal. Pero observó que, tras algunas horas de estudio, comenzaba a invadirle una gran somnolencia, que terminaba en un sueño profundo. Esto le apenaba muchísimo, y durante algún tiempo no supo cómo ingeniarse para permanecer despierto. Por fin, se le ocurió una idea salvadora. Ató una cuerda al extremo de su trenza, sujetando la otra extremidad de aquella a una viga del techo, de suerte que, si se dormía y daba cabezadas, el tirón de la coleta le despertaría al punto.

10. El tejido
Mencius sólo tenía tres años cuando perdió a su padre, y su madre trabajaba muy penosamente para proporcionar a su hijo una buena educación. Para ello llevóle a la escuela, lo que en un principio no desagradó a Mencius, pero no tardó mucho en aflojar en sus estudios, hasta que, por último, dando de mano a los libros abandonó la escuela y volviose a su casa. La madre estaba tejiendo una pieza de tela en la que había empleado mucho trabajo y la que valía mucho dinero. Tan pronto como vió entrar a Mencius en la casa, cogió un cuchillo y cortó la tela de arriba abajo, destruyéndola completamente.
-¡Hijo mío!- le dijo -tú no tienes la mitad de tristeza al verme cortar este tejido que tengo yo por verte abandonar tus estudios.
Mencius se impresionó tanto ante esta acción de su madre, que volvió a la escuela en seguida para estudiar siempre con aplicación verdadera.



www.shaolin-noru.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario